El tiro de larga distancia, una disciplina que desafía los límites de la precisión y la habilidad del tirador, me ha cautivado de una manera única. En esos momentos de concentración absoluta, cuando el viento me acaricia suavemente el rostro y la retícula de mi querido telescopio, el Sightmark Latitude, se fija en un objetivo lejano, experimento una profunda conexión con mi entorno y una sensación de plenitud indescriptible.
Disfruto siendo un "observador", observador y guía para otros tiradores, pasando horas detrás de mi mira para ayudar a otros tiradores a lograr una precisión milimétrica en sus disparos. La satisfacción de ver cómo una bala impacta en una placa de acero a larga distancia gracias a mi guía y a la increíble potencia de mi telescopio es una experiencia inigualable. La alegría de transmitir mi humilde experiencia y evolucionar junto a otros tiradores es inmensa. El mundo del tiro a larga distancia y la caza es una comunidad donde la amistad, la camaradería y el respeto mutuo se entrelazan con la competición y el crecimiento personal. El telescopio Sightmark Latitude me ha acompañado en cada viaje, competición y cacería como una herramienta que no solo mejora mi habilidad, sino que también me permite ser un estudiante y un guía para quienes comparten esta pasión. Cada vez que miro por mi mira, cada vez que comparto un consejo, siento que estoy viviendo mi verdadera pasión, una pasión que ha enriquecido mi vida de maneras que jamás hubiera imaginado. Para mí, el tiro a larga distancia es un mundo apasionante de amistad, paciencia y precisión que se entrelazan en una danza hipnótica a través de la lente de una buena mira telescópica. Algunos de mis compañeros de tiro se han vuelto tan cercanos como el grupo de "primos y hermanos" con los que compartí aventuras de joven. Ahora, experimentamos las mismas emociones de adultos.

El autor en un torneo.
Cada día, al sostener un arma o mirar a través de mi Sightmark Latitude, siento que regreso a aquellos días de infancia en la Pampa, donde la imaginación era mi única arma y la naturaleza mi refugio. Es como si el viento susurrara los secretos de mi infancia que aprendí de niño. Mi viaje a través de la pasión por el tiro y la caza es más que un pasatiempo; es un regreso a mis raíces que llega a lo más profundo de mi humanidad, una profunda conexión con la esencia ancestral que me hace sentir completo. Aunque mi vida ha cambiado y el tiempo ha dejado su huella en mí, aún puedo escuchar en mi mente las historias de mi infancia, el alegre toque de la campana de la cena, nuestras risas cuando corríamos a caballo, la sabia voz del administrador de la finca, el gran gaucho y domador Don Ángel, quien nos enseñó el trabajo del campo y la vida con infinita paciencia...
Aunque el pasado ya pasó, elijo transformar el dolor de lo perdido en una celebración del enorme regalo que tuvimos, que sigue vivo en mi corazón. Soy un guardián de la tradición, un amante de la naturaleza y un niño eterno que juega en la vasta Pampa, donde cada viaje, cada cacería y cada disparo marcan un capítulo en la historia de mi vida y una conexión con la tierra que me vio crecer. Con cada disparo de mi rifle y cada paso de mis muchos viajes, encuentro la plenitud y la eternidad de aquellos días dorados, y así, la Estancia y sus recuerdos siguen vivos en mí para siempre.

El autor (izquierda) luego de ganar el Campeonato Nacional Argentino de Largo Alcance 2022.
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